A Madrid ha llegado el verano que pareció ser saludado por la enorme fiesta del orgullo gay que pobló el centro de la ciudad de miles de personas con un objetivo común, divertirse. Las cigarras, presencia del verano, son el tema central de este poema. O más bien su música, su incesante canto que nos acompaña durante esta época aunque no especialmente en Madrid, mayoritariamente poblado por personas de todos los orígenes y condiciones. Un regalo como cualquier canto ("quien canta vive y quien vivió ya es canto" nos dice José Luis Rey). Este poema fue la colaboración de un poeta excepcional, Eloy Sánchez Rosillo, para nuestro tercer número, un especial sobre la música.
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LAS CIGARRAS
Es increíble la tenacidad
que en estas tierras que ganó el verano
exhiben, incansables, las cigarras.
No dudan nunca, muestran una fe
en que su canto es lo mejor del mundo
que para sí quisieran cuantos tienen
cualquier convencimiento. Son criaturas
de laboriosidad indeclinable
(aunque no sé por qué suele decirse
precisamente todo lo contrario)
y hacen su hermoso oficio un día y otro
sin ningún mal humor, con alegría,
y sin la cabizbaja seriedad
de la que las hormigas, por ejemplo,
en obedientes filas se envanecen.
Le resultan al sol imprescindible
para forjar imperios hegemónicos.
Y cuando cesa su crepitación
se derrumba de súbito el verano.
___________De “La certeza” (Tusquets, Barcelona, 2005).
___________Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948).
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