PRUSIA
La realidad quería anexionarnos.
Estaba encaprichada de nosotros; nos vería tan jóvenes y fuertes.
Abrid grietas en el cielo y pronto,
pronto, pronto, las minas,
la rubia catarata.
¿Qué quisieron quitarnos?
Este don de cantar y hacer océanos.
Y ahora que lo dices qué muchachas vivían en la luna.
Poetas torturados, las corbatas ardiendo sobre el bosque.
Y los buitres que sueñan un lugar junto a ti, bibliotecaria
muerte.
Así era todo entonces y todo estaba allí.
Al zarpar el salón viajábamos al sur,
libélulas felices de la infancia,
mercados amarillos, los ángeles segando el mediodía,
una historia de amor.
Y al volver las patrullas, sus pasos como clavos sujetando las calles,
el desfile del mar.
Los muertos visten uniforme verde, sonríen en silencio, son marciales
y no dudan de nada.
Y en oscuros desvanes la conjura pequeña,
en el metro encendido el país de los ogros.
Los conspiradores tienen ojos de fresa, son los sastres del sol
y nadie nunca les regala nueces.
Pero qué importa, ved
lo que escribe la lluvia, ved las faltas
de ortografía que comete abril.
Qué pocas cosas sabe nuestra niña,
está aprendiendo a hablar
y ha salido mandona, fíjate.
Tú y yo venimos del hotel invierno, los bailes bajo el agua,
las ventanas morenas, la mañana ladrando en el jardín
y le dimos un hueso, un poema famoso.
Ver manzanas subiendo
y pueblos sin historia cenando en la terraza,
pasear por la tarde, buscando el mejor modo
de decorarla y de decir aquí
pondré una infancia, el cuarto del deseo estará allí.
Si yo pudiera con la voz antigua
decir una verdad,
pero toda verdad espera a sus obreros.
Y no ser nada es nuestra juventud,
nuestra fama de pez cosiendo otro futuro.
Las olas han cubierto la escalera dorada que bajaba al olvido.
Allí había una escuela, una mujer con pelo de guisantes,
el pijama del sol en la bañera,
el arpa de los pájaros,
tantas armas inútiles que contarlas sería inventar la tristeza.
Las tropas verdaderas tomaron el país,
el coche del ministro intentando flotar,
las banderas caídas en la hierba, las sábanas del topo,
la versión oficial sobre el ser y el no ser, y siempre chimeneas.
Pero si ahora dormimos veréis la eternidad.
Y la física estalla porque a veces volamos.
Abro los ojos y el verano crece.
Ay cómo salta el mundo cuando canto.
__________José Luis Rey (Puente Genil, Córdoba, 1973).
Foto del cuaderno de bitácora de Miguel Fernández
en su viaje por Suramérica
entre junio de 2004 y enero de 2006.
(Se encuentra en el número 2 de 13trenes).
1 comentario:
He llegado hasta aquí en una línea perdida de un curso de maquetación al que no voy yo, sino alguien que tuvo la acertada ocurrencia de apuntarme "trecetrenes" en un post-it en la memoria.
Y me gusta lo que leo.
Publicar un comentario